Incrédulo
Rugero (pronunciado a la italiana "ruyero") miraba por la venta mientras los desvencijados acordes de Patrizio (pronunciado con z de "Letizia") reverberaban en el atardecer gris. Llevaban ya 3 meses encerrados en aquella casa y el mundo real parecía un cuento ficticio y distante. "Mundo real". Una sonrisa sardónica cruzó el escuálido rostro de Rugero (pronunciado a la italiana "ruyero", al que a partir de ahora denominaremos R. por abreviar) donde se atisbaba una barba mal cuidada y peor recortada. "Mundo real" era el mundo de antaño, aunque realmente fuera el mundo de ayer. Por la incompetencia de los de siempre aquel tiempo de vino y rosas había desaparecido, y ahora sólo quedaba la extraña sensación de vacío de un horizonte inexistente. R., ingeniero, y su pareja Patrizio ( al que a partir de ahora denominaremos P. por abreviar) , abogado en paro, se marcharon a la casa que tenían los padres de R. en el pueblo en c